Crítica al Idealismo Platónico
Nietzsche junto con Marx y Freud son los representantes de la denominada Filosofía de la Sospecha. Sospecha de la razón, de la moral, de la religión, en definitiva sospecha de la cultura occidental.
La filosofía de Nietzsche es principalmente una crítica a la cultura occidental. Esta crítica profundiza en las raíces de nuestra cultura y las ataca. Los pilares de la cultura occidental para Nietzsche son el idealismo platónico y la religión y moral judeo-cristiana.
Desde su primera obra, “El origen de la tragedia”, Nietzsche emprende esta crítica. En esta obra denuncia la errónea concepción que Occidente tiene de la Grecia clásica, que tanto ha imitado (renacimiento, neoclasicismo…). Nuestra cultura cuando vuelve su mirada al mundo griego rescata y adopta como sus valores fundamentales la armonía, el equilibrio, la serenidad, la proporción que tan bien reflejan el Partenón en la arquitectura o el discóbolo de Mirón en la escultura. Sin embargo, Nietzsche afirma que estamos olvidando otras actitudes que también eran propias de la Grecia clásica. En la música y la danza se muestran otros valores: la fuerza, la vitalidad, lo exaltado, lo que se desborda. Nietzsche denomina a los valores de la armonía Espíritu Apolíneo, en referencia a Apolo dios de la belleza, las artes, la verdad. Los valores de la vitalidad representan el Espíritu Dionisiaco, en honor a Dionisos dios del vino. Ambos espíritus convivían en la Grecia clásica en continua lucha. En la tragedia griega encuentra Nietzsche un claro ejemplo de esta coexistencia. En las obras de teatro griegas el protagonismo se repartía entre la escena y el coro. En la escena, manifestación para Nietzsche del espíritu apolíneo, los actores representaban su papel según el guión, el coro, representación del espíritu dionisiaco, mucho más libre, intervenía cantando, gritando, llorando, riendo.
Nietzsche afirma que a nuestra época solo ha llegado el espíritu apolíneo y que el dionisiaco se ha perdido. La responsabilidad, la culpa es de Sócrates y Platón. Ambos filósofos coinciden con los valores apolíneos y reniegan de lo dionisiaco. El triunfo del intelectualismo de Sócrates-Platón, provoca el desprecio y el olvido de lo vital, de lo dionisiaco.
Sócrates-Platón defienden un mundo estático, eterno, inmutable, inmaterial, perfecto (Mundo de las Ideas), frente al devenir, el cambio, el movimiento, la generación y la muerte que encarnaba Dionisos y ensalza Nietzsche. Sócrates-Platón defienden la razón como instrumento para llegar al conocimiento, a la verdad. Sin embargo, para Nietzsche son los sentidos los que nos muestran la única verdad posible: el devenir, la vida. El hombre de Sócrates-Platón es un hombre teórico, cuya virtud y felicidad dependen del conocimiento, de la razón (Intelectualismo moral).Nietzsche reclama un hombre vital que se guía por sus instintos, que vive la vida con sus placeres y sufrimientos. En definitiva, Sócrates y Platón defienden la razón a toda costa, mientras Nietzsche reivindica la vida como valor fundamental.
Platón ha cometido según Nietzsche el peor error de toda la historia de la Filosofía: creer en el Bien en si, admitir un mundo ficticio frente al real. Esto es síntoma de decadencia, de odio a la vida.
Si se ha convertido en el peor error de la historia es porque los filósofos posteriores han continuado la línea iniciada por Platón.
Crítica a la Metafísica tradicional.
La crítica que Nietzsche realiza a la tradición filosófica, deudora del legado de Platón, se centra en:
· su carácter dogmático (cree estar en posesión de toda la verdad).
· su consideración del ser como algo estático, fijo, inmutable, inmaterial.
· Su creencia en la verdad absoluta.
· su distinción entre lo aparente y lo real.
· Su sobrevaloracion de la razón frente a los sentidos.
El mundo estático, eterno,… heredado de Platón por la metafísica tradicional, para Nietzsche no existe, solo existe el devenir, “este” mundo, el de las apariencias. De entre todos los filósofos solo Heráclito entendió el ser como devenir y merece ser respetado.
Nietzsche no cree en verdades absolutas. Difícilmente se pueden encontrar verdades en un mundo siempre cambiante, y menos, por los hombres, sometidos igualmente al devenir.
Nietzsche quiere desenmascarar a la razón tan idolatrada por los filósofos. La razón utiliza conceptos fijos, inmutables para explicar la realidad. La razón nos hace concebir las cosas como dotadas de unidad, identidad, duración, etc. Pero esto solo es un prejuicio de la razón. Las cosas no poseen estas características, su realidad es el cambio, el devenir. Solo los sentidos nos pueden mostrar esta realidad. Sin embargo nuestras estructuras de conocimiento (la razón) requieren de conceptos, nos vemos necesitados, obligados al error. No obstante esta necesidad, debemos reconocer que es la razón la que introduce el error, nunca los sentidos.
El triunfo del prejuicio de la razón tiene como aliado al Lenguaje. Los conceptos, unidad básica de la lengua, son en principio metáforas para referirse a lo real, pero con el tiempo y el uso hemos olvidado ese carácter metafórico y les atribuimos realidad. Por otra parte, la estructura común de nuestras oraciones (sujeto + predicado) da pie a una interpretación substancialista de la realidad (creer que en el mundo existen cosas definidas con características propias). También en este sentido, el uso del verbo mas importante (ser) favorece la idea de la existencia de entidades dotadas de rasgos permanentes. De esta manera el lenguaje ayuda a la razón a hacernos caer en la trampa de su prejuicio y de la realidad de los conceptos.
Nietzsche junto con Marx y Freud son los representantes de la denominada Filosofía de la Sospecha. Sospecha de la razón, de la moral, de la religión, en definitiva sospecha de la cultura occidental.
La filosofía de Nietzsche es principalmente una crítica a la cultura occidental. Esta crítica profundiza en las raíces de nuestra cultura y las ataca. Los pilares de la cultura occidental para Nietzsche son el idealismo platónico y la religión y moral judeo-cristiana.
Desde su primera obra, “El origen de la tragedia”, Nietzsche emprende esta crítica. En esta obra denuncia la errónea concepción que Occidente tiene de la Grecia clásica, que tanto ha imitado (renacimiento, neoclasicismo…). Nuestra cultura cuando vuelve su mirada al mundo griego rescata y adopta como sus valores fundamentales la armonía, el equilibrio, la serenidad, la proporción que tan bien reflejan el Partenón en la arquitectura o el discóbolo de Mirón en la escultura. Sin embargo, Nietzsche afirma que estamos olvidando otras actitudes que también eran propias de la Grecia clásica. En la música y la danza se muestran otros valores: la fuerza, la vitalidad, lo exaltado, lo que se desborda. Nietzsche denomina a los valores de la armonía Espíritu Apolíneo, en referencia a Apolo dios de la belleza, las artes, la verdad. Los valores de la vitalidad representan el Espíritu Dionisiaco, en honor a Dionisos dios del vino. Ambos espíritus convivían en la Grecia clásica en continua lucha. En la tragedia griega encuentra Nietzsche un claro ejemplo de esta coexistencia. En las obras de teatro griegas el protagonismo se repartía entre la escena y el coro. En la escena, manifestación para Nietzsche del espíritu apolíneo, los actores representaban su papel según el guión, el coro, representación del espíritu dionisiaco, mucho más libre, intervenía cantando, gritando, llorando, riendo.
Nietzsche afirma que a nuestra época solo ha llegado el espíritu apolíneo y que el dionisiaco se ha perdido. La responsabilidad, la culpa es de Sócrates y Platón. Ambos filósofos coinciden con los valores apolíneos y reniegan de lo dionisiaco. El triunfo del intelectualismo de Sócrates-Platón, provoca el desprecio y el olvido de lo vital, de lo dionisiaco.
Sócrates-Platón defienden un mundo estático, eterno, inmutable, inmaterial, perfecto (Mundo de las Ideas), frente al devenir, el cambio, el movimiento, la generación y la muerte que encarnaba Dionisos y ensalza Nietzsche. Sócrates-Platón defienden la razón como instrumento para llegar al conocimiento, a la verdad. Sin embargo, para Nietzsche son los sentidos los que nos muestran la única verdad posible: el devenir, la vida. El hombre de Sócrates-Platón es un hombre teórico, cuya virtud y felicidad dependen del conocimiento, de la razón (Intelectualismo moral).Nietzsche reclama un hombre vital que se guía por sus instintos, que vive la vida con sus placeres y sufrimientos. En definitiva, Sócrates y Platón defienden la razón a toda costa, mientras Nietzsche reivindica la vida como valor fundamental.
Platón ha cometido según Nietzsche el peor error de toda la historia de la Filosofía: creer en el Bien en si, admitir un mundo ficticio frente al real. Esto es síntoma de decadencia, de odio a la vida.
Si se ha convertido en el peor error de la historia es porque los filósofos posteriores han continuado la línea iniciada por Platón.
Crítica a la Metafísica tradicional.
La crítica que Nietzsche realiza a la tradición filosófica, deudora del legado de Platón, se centra en:
· su carácter dogmático (cree estar en posesión de toda la verdad).
· su consideración del ser como algo estático, fijo, inmutable, inmaterial.
· Su creencia en la verdad absoluta.
· su distinción entre lo aparente y lo real.
· Su sobrevaloracion de la razón frente a los sentidos.
El mundo estático, eterno,… heredado de Platón por la metafísica tradicional, para Nietzsche no existe, solo existe el devenir, “este” mundo, el de las apariencias. De entre todos los filósofos solo Heráclito entendió el ser como devenir y merece ser respetado.
Nietzsche no cree en verdades absolutas. Difícilmente se pueden encontrar verdades en un mundo siempre cambiante, y menos, por los hombres, sometidos igualmente al devenir.
Nietzsche quiere desenmascarar a la razón tan idolatrada por los filósofos. La razón utiliza conceptos fijos, inmutables para explicar la realidad. La razón nos hace concebir las cosas como dotadas de unidad, identidad, duración, etc. Pero esto solo es un prejuicio de la razón. Las cosas no poseen estas características, su realidad es el cambio, el devenir. Solo los sentidos nos pueden mostrar esta realidad. Sin embargo nuestras estructuras de conocimiento (la razón) requieren de conceptos, nos vemos necesitados, obligados al error. No obstante esta necesidad, debemos reconocer que es la razón la que introduce el error, nunca los sentidos.
El triunfo del prejuicio de la razón tiene como aliado al Lenguaje. Los conceptos, unidad básica de la lengua, son en principio metáforas para referirse a lo real, pero con el tiempo y el uso hemos olvidado ese carácter metafórico y les atribuimos realidad. Por otra parte, la estructura común de nuestras oraciones (sujeto + predicado) da pie a una interpretación substancialista de la realidad (creer que en el mundo existen cosas definidas con características propias). También en este sentido, el uso del verbo mas importante (ser) favorece la idea de la existencia de entidades dotadas de rasgos permanentes. De esta manera el lenguaje ayuda a la razón a hacernos caer en la trampa de su prejuicio y de la realidad de los conceptos.
Bueno.
ResponderEliminarMuchas gracias, me ayudaste a entender más a Federico <3
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