MODELO
DESCARTES
(LÍNEA ÓNTICO-EPISTEMOLÓGICA)
Texto:
El primero consistía en no admitir cosa alguna como verdadera si no se la había conocido evidentemente como tal. Es decir, con todo cuidado debía evitar la precipitación y la prevención, admitiendo exclusivamente en mis juicios aquello que se presentara tan clara y distintamente a mi espíritu que no tuviera motivo alguno para ponerlo en duda.
El segundo exigía que dividiese cada una de las dificultades a examinar en tantas parcelas como fuera posible y necesario para resolverlas más fácilmente.
El tercero requería conducir por orden mis reflexiones comenzando por los objetos más simples y más fácilmente cognoscibles, para ascender poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más complejos, suponiendo inclusive un orden entre aquellos que no se preceden naturalmente los unos a los otros.
Según el último de estos preceptos debería realizar recuentos tan completos y revisiones tan amplias que pudiese estar seguro de no omitir nada.
R. Descartes, Discurso del Método, II
DESCARTES
(LÍNEA ÓNTICO-EPISTEMOLÓGICA)
Texto:
El primero consistía en no admitir cosa alguna como verdadera si no se la había conocido evidentemente como tal. Es decir, con todo cuidado debía evitar la precipitación y la prevención, admitiendo exclusivamente en mis juicios aquello que se presentara tan clara y distintamente a mi espíritu que no tuviera motivo alguno para ponerlo en duda.
El segundo exigía que dividiese cada una de las dificultades a examinar en tantas parcelas como fuera posible y necesario para resolverlas más fácilmente.
El tercero requería conducir por orden mis reflexiones comenzando por los objetos más simples y más fácilmente cognoscibles, para ascender poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más complejos, suponiendo inclusive un orden entre aquellos que no se preceden naturalmente los unos a los otros.
Según el último de estos preceptos debería realizar recuentos tan completos y revisiones tan amplias que pudiese estar seguro de no omitir nada.
R. Descartes, Discurso del Método, II
1) Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del texto elegido.
Este texto pertenece a Descartes, filósofo francés nacido en La Haya (Francia) en el año 1596 y fallecido en el año 1650 y a su obra “Discurso del Método”. Descartes ha de ser considerado tópicamente como uno de los responsables de la modernidad y de su filosofía, y por supuesto el máximo responsable de la revitalización del idealismo y racionalismo. Debe ser recordado, tal y como él pretendía por sus contribuciones científicas, de entre las cuales destacaríamos el intento de elaborar un nuevo método filosófico que garantizase la objetividad y validez universal de todos sus conocimientos en íntima conexión con el método matemático. Es, sin embargo, su gran legado para la Historia de la Filosofía la Teoría de las tres substancias formulada con la única intención de fundamentar filosóficamente aquel método y que tendría como origen el “cogito cartesiano”. Respecto a la obra a la cual pertenece el texto, titulada “Discurso del método y de la recta conducción de la razón y de la búsqueda de la verdad en las ciencias” sería publicada como obra independiente en 1936, estando ya preparado mucho antes como prefacio o prólogo de una obra publicada póstumamente titulada “Mundo o Tratado de la Luz”, encontrándose la causa de tal modificación en las repercusiones en el ambiente intelectual de la condena de Galileo por la Santa Sede. Escrita de forma autobiográfica, consta de seis partes bastantes inconexas donde podríamos considerar como partes fundamentales la segunda y cuarta parte, donde respectivamente, nuestro autor hace referencia a su método y a la fundamentación metafísica del mismo que se encontraría en el ya aludido “cogito”. Por su parte y respecto al siglo, se caracterizaría por ser una siglo de gran convulsión política e intelectual, donde se desarrollaría intensamente el pensamiento filosófico devenido en gnoseología y epistemología teniendo como telón de fondo las continuas guerras religiosas que azotarían la Europa del siglo XVII.
Históricamente, llamaríamos la atención sobre el acontecimiento más cercano temporalmente a Descartes: la Guerra de los treinta años. Tras ésta se sucederían acontecimientos políticos que desdibujarían continuamente el mapa de Europa: Muere Felipe III, Richelieu se convierte en presidente del Consejo Real en Francia, Luis XII declara la Guerra a España, se produce la Rebelión de Portugal y Cataluña contra Felipe V, se produce una guerra civil en Inglaterra entre el rey y el parlamento. Así llegaríamos finalmente a la Paz de Westfalia con la acabaría la guerra de los treinta años al tiempo que se declaraba la libertad religiosa en Alemania y la independencia de Portugal.
Culturalmente, desde la filosofía asistimos al nacimiento del racionalismo y empirismo moderno de la mano de pensadores como Descartes y Locke. Dos teorías ontoepistémicas que dibujarán las dos líneas fundamentales del desarrollo de la filosofía hasta la llegada del Idealismo transcendental Kantiano al que se subirán pensadores tales como Pascal, Spinoza, Malebranche o Hobbes y que crearán el marco filosófico bajo el cual se desarrolla la ciencia moderna llevada a su culminación con las aportaciones de Galileo y Newton, pero sólo posible por las contribuciones de otros científicos y filósofos importantes presentes ya desde el Otoño de la Edad Media: Occam, Bacon, Copérnico, Brahe, Kepler, entre otros. Una ciencia moderna que de desarrollaría a través de varios campos (la física, la matemática, la metodología de la ciencia, la química o la medicina), pero que encontraría en la Astronomía aquella disciplina paradigmática en la que es sumamente palpable la revolución científica de la modernidad. Una revolución que partiría del Renacimiento donde bajo una férrea defensa de la libertad de pensamiento, el paradigma aristotélico-ortodoxo sería sustituido por el paradigma renacentista como paso previa para la definitiva legada del mecanicismo moderno. En otro ámbito, la existencia de Descartes tendría lugar en un momento de gran pérdida para la cultura y la Humanidad dada las continuas muertes de personajes de la talla de Góngora, Cervantes, Moliére, Lope de Vega, Rubens o Quevedo.
2) Comentario del texto:
Apartado a) Explicación de las expresiones subrayadas.
Claridad y distinción son para Descartes las cualidades de todo pensamiento o idea que se muestra con tal grado de evidencia que resulta totalmente indudable. Claridad en tanto que ese pensamiento se muestra a una mente atenta sin dificultad alguna. Distinción cuando resulte imposible confundir eses pensamiento con otro de naturaleza similar. Características éstas de todo pensamiento que nos llevaría al conocimiento, por supuesto un conocimiento verdadero que tiene como base la intuición y por tanto la simple operación de la razón.
Apartado b) Exposición de la temática del mismo.
En este texto, Descartes enumera de forma detallada cada uno de los cuatro pasos (las reglas de su famoso método cartesiano) diseñado específicamente y de aplicación totalmente personal, necesarios para dirigir correctamente su pensamiento en la búsqueda de la veracidad de todos sus propios pensamientos y que tendría como regla fundamental la identificación del conocimiento verdadero y evidente con la intuición clara y distinta.
Apartado c) Justificación desde la posición filosófica del autor.
René Descartes debe ser considerado como uno de los filósofos más representativos de la filosofía moderna, en contra de su propia intención. Y decimos esto en la medida en que sabemos por referencias directas de él que su principal contribución a la historia del pensamiento debía encontrarse en el campo de la ciencia, y en concreto en su principal aportación científica: la elaboración de un método científico.
Pero aquí es donde entra en juego una de las obras más emblemáticas de la filosofía, en general, y del autor, en particular: el “Discurso del método y de la recta conducción de la razón y de la búsqueda de la verdad en las ciencias” (más conocida popularmente como el “Discurso del método”). Ésta fue presentada por el autor en el año 1637 como una obra independiente (siendo en su mayor parte el prólogo de la obra “Mundo o Tratado de la luz”) en donde se nos propone la búsqueda personal y metódica de Descartes en pos de la verdad.
Una búsqueda que tiene como punto de partida la duda de todos sus pensamientos en un intento de encontrar un criterio indudable que le permita distinguir lo verdadero de lo falso y sobre él cimentar en su mente un edificio de conocimiento verdadero e indubitable. Una duda cartesiana que se caracteriza por ser teórica (las costumbres no eran sometidas a duda), provisional (el ejercicio de la duda tenía como finalidad dejar de dudar), metódica (en la medida en que el método era la propia duda de aquello que no se presentara evidente a su mente) y universal (en la medida en que debía ser una duda que abarcara todos sus pensamientos sobre el exterior y sobre sí mismo, lo cual hacía de la duda una duda hiperbólica).
Descartes somete sus pensamientos a duda, con la intención de ordenarlos (tal y como afirma en la segunda parte del “Discurso del método”) de forma metódica. En primer lugar, la evidencia en la que el sujeto debe dudar de todos aquellos pensamientos que no se le presenten de forma evidente. En segundo lugar, el análisis donde todas aquellas ideas complejas (que no se nos muestran de un forma evidente) las analizamos y descomponemos en las ideas simples que las forman para así comprenderlas mejor). En tercer lugar, realizamos una síntesis donde volvemos a unir tales ideas simples que ahora nos posibilitan la comprensión evidente de la anterior idea compleja que ahora se nos muestra clara y distinta. Finalmente ealizamos una enumeración o revisión en la que realizamos el recuento de todos los pasos anteriormente dados con la intención identificar algún error en el análisis y síntesis de la idea.
Un método filosófico que el propio Descartes aplica a sus pensamientos, dudando primero de los sentidos como fuente fiable de conocimiento. En segundo lugar, pondría en tela de juicio la diferencia entre la vigilia y el sueño y la tópica idea de considerar que lo real es lo único que se encuentra en el estado de vigilia. Con ello, el mundo exterior al sujeto en puesto en duda.
Ya sólo queda dudar del sujeto. En primer lugar, los razonamientos matemáticos (ejemplo por aquel entonces de verdad incuestionable) son también sometidos al ejercicio de la duda. Existen algunos razonamiento que aunque parezcan verdaderos no lo son (paralogismos) y el engaño que sufre en este caso la razón es por la acción del genio maligno. El mismo genio que hará que el propio Descartes dude de su propia existencia como sujeto. Un genio que debe se entendido como una hipótesis de trabajo y no como una ser que existe realmente fuera de la mente del propio Descartes.
Pero una vez dudado de todo, sólo hay una idea, un pensamiento que se le presenta al propio Descartes de una forma evidente, cierta e indudable por su claridad (propiedad de un pensamiento que se presenta sin dificultad alguna a la mente que la piensa) y distinción (propiedad de un pensamiento que no se puede confundir con ningún otro): que existe como un sujeto pensante (“cogito, ergo sum”). Aquí Descartes se encuentra con su primera certeza tras la cual volverá a ser consciente de otros dos: la existencia en su mente de la idea de Dios y de la idea de extensión.
La idea de Dios que también se le presenta clara y distinta será la que lleve a Descartes a pensar en la posibilidad de la existencia de ese Dios fuera de su mente, para lo cual recurrirá a tres pruebas racionales que demostraran al necesidad lógica de la existencia de ese ser: los argumentos de S. Anselmo, S. Agustín de Hipona y la tercera vía tomista.
Demostrada la existencia de Dios, éste garantizaría aquello que antes el propio Descartes había sometido a duda: la existencia de una realidad externa a él. Ahora la existencia de Dios garantizaba la existencia de una realidad externa de la que el propio Descartes tenía una idea clara y distinta.
Sin embargo, aún podía quedar una sombra de duda: ¿y si todo lo que yo he pensado hasta ahora lo he tomado como verdadero y resulta ser falso por obra de otro engaño del genio maligno?. Imposible, puesto que Dios con su existencia hacía imposible la existencia probable de ese genio y por tanto de mi equivocación: todo aquello que mi mente conociera clara y distintamente resultaba indubitable. Así Dios se convertía en garante de la verdad.
Para finalizar, poner de manifiesto que tal consideración cartesiana de Dios como garante de la verdad fue duramente criticada por Arnauld en la medida en que a juicio de éste Descartes incurría en un círculo vicioso en esta última argumentación: Dios es al mismo tiempo una idea de la mente de Descartes y al mismo tiempo es el fundamento de la claridad y distinción con la que se presenta la idea que tiene Descartes del propio Dios. Se convierte en fundamento y fundamentado al mismo tiempo.
3) Relación del tema elegido con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad.
Con respecto a la temática planteada en el texto acerca de la verdad y del conocimiento de ésta por parte del hombre, en contra de la postura cartesiana encontraríamos en la historia del pensamiento una larga tradición de pensadores que defenderían un mayor protagonismo de los sentidos del que afirma el propio Descartes.
Una tradición que comenzaría con el fenomenismo de los sofistas que les llevaría a negar, en contra de lo que por aquel entonces se afirmaba, la existencia de definiciones universales universalmente verdaderas e indubitables. Esta tradición, que pasaría por las manos del científico y filósofo Aristóteles (el cual aceptaría la primacía del conocimiento sensorial igualmente aceptaba la existencia de un concepto universal que se abstraía de los datos sensibles) nos llevaría de una parte a la defensa del conocimiento intuitivo de Occam por medio del cual se afirmaba que el conocimiento racional se basaba en el conocimiento sensible de lo individual, hasta que llegaríamos al empirismo británico clásico representado por J. Locke, G. Berkeley y D. Hume.
En cuanto al tercer, máximo representante de esta movimiento que llevaría hasta el escepticismo, no coincidiría, en cuanto a la primacía de los sentidos, con la postura cartesiana. Para Hume, al igual que el propio Aristóteles, no hay nada en la mente humana que previamente no provenga de los sentidos. En este sentido, el origen de nuestro conocimiento reside en nuestras propias experiencias que nos suministran impresiones que posteriormente llegarán a nuestra mente en forma de recuerdos de esas mismas experiencias más débiles y más perennes. Con tales ideas, la imaginación compone un nuevo conocimiento mediante unos mecanismos de asociación innatos en toda mente humana que Hume llamaría leyes de la asociación.
La valoración de la actualidad de tales planteamientos nos llevaría en primer lugar a ver una similitud entre el planteamiento cartesiano y el cientificismo que hoy por hoy sigue imperando en nuestra sociedad: nada que no se pase por el ojo del microscopio y de lo cual no se tenga una evidencia experimental, no se puede asegurar y por tanto entraría dentro del campo de la duda razonable, del escepticismo y en algunos de los casos en el campo de lo milagroso o religioso.
Ante esto, y en función de la postura cartesiana frente a los sentidos, éstos son necesarios, dudables o no, puesto que se convierten en la primera forma de contactar con todo aquello que nos rodea.
Finalmente, en relación con el planteamiento de Hume, lo considero todo un adelantado al nacimiento y posterior desarrollo de la Psicología, ya que dentro de este campo y en concreto en los estudios sobre el conocimiento y la percepción humana, la corriente más usada en la actualidad es la teoría de la Gestalt. Ésta afirma que la sensación nos nutre de sensaciones que posteriormente unificamos no de cualquier forma para la elaboración de un concepto que sirva para la unificación de tales sensaciones: me refiero a las Leyes de la percepción.
(Este modelo de examen ha sido tomado de la web del Colegio Santo Tomás de Aquino)
muy bueno de verdad asi da gusto. teneis locke? Platón? Aristoteles? estaria genial tener aquí textos como este. uno de cada tematica. politica, gnoseologia, ontologí...etc
ResponderEliminargracias a estos apoyos,gente que no esta relacionada con la filosofía,puede,al menos intentar aprender comprendiendo
ResponderEliminarBuenas tardes. Gracias por la aportación, aunque mi profesor no ha opinado lo mismo. 2º de Bachillerato tecnológico. Lo he hecho igual que este y he sacado un 2,5. Que bien!
ResponderEliminarSé que es un poco tarde para contestarte, pero que sepas que a mi me pasaba igual, me encanta como explica pero mi profesor de Bachillerato siempre me decía que estaba bien pero muy breve y como máximo me ponia un 7.
Eliminarestaria bien un modelo de examen pero con el texto referido a la busqueda de la existencia de dios
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