MODELO
STO. TOMAS DE AQUINO
(LÍNEA ÓNTICO-EPISTEMOLÓGICA)
Texto:
“Es también necesaria la fe en estas verdades para tener un conocimiento más veraz de Dios. Únicamente poseeremos un conocimiento verdadero de Dios cuando creamos que su ser está sobre todo lo que podemos pensar de Él, ya que la sustancia divina trasciende el conocimiento natural del hombre, como más arriba se dijo. Porque el hecho de que se proponga al hombre alguna verdad divina que excede a la razón humana, le afirma en el convencimiento de que Dios está por encima de lo que se puede pensar”
Tomás de Aquino, Suma contra los gentiles, I, 5.
1) Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del texto elegido.
Este texto pertenece al filósofo medieval Sto. Tomás de Aquino nacido en el año 1225 en el Castillo de Rocaseca, cerca de Nápoles, siendo hijo del Conde de Aquino y el más pequeño de los varones entre doce hermanos, y fallecido en el año 1274 en el camino entre Nápoles y Roma, cuando se dirigía al Concilio de Lyon, en el Monasterio cisterciense de Fosanova. Y a su obra, “Suma contra los gentiles”, donde el autor, junto con otra de sus “Sumas” expone principalmente todo su pensamiento filosófico y teológico, convirtiéndose al mismo tiempo en uno de los libros de texto más importantes de la Filosofía Escolástica y compuesta por cuatro libros. Filósofo representativo y cumbre de la filosofía escolástica que durante su corta vida realizaría una de las mayores síntesis filosófico-teológicas de la historia, entregando su vida a la búsqueda de la verdad y a la unión mística con Dios. Por su parte, el siglo al cual pertenecen autor y obra, el siglo XIII se caracterizaría por el apogeo de la Escolástica y la importancia filosófica de Aristóteles en el contexto filosófico del momento. Respecto a otras obras del autor, podemos citar algunos de sus “Comentarios” como por ejemplo, los “Comentarios a la Sagrada Escritura” o los “Comentarios a Aristóteles” y por supuesto la otra gran “Suma”, la “Suma Teológica”.
Histórica y culturalmente, el siglo XIII se va a caracterizar por las constantes luchas entre el Imperio y el Papa, ganando finalmente la batalla éste último y acumulando el poder no sólo espiritual sino también material y convirtiéndose así en el mayor poder de Occidente. Por otra parte, Sto. Tomás de Aquino se movería en un ambiente donde las herejías no se toleraban, siendo castigadas con penas civiles e incluso con la muerte. Socialmente, existe la mentalidad de una estratificación social basada en la voluntad divina: por él, unos son príncipes, otros obispos y otros vasallos. Finalmente, el reparto de poderes también obedece a unos designios divinos, ya que él se lo ha dado a unos para que lo ejerzan: rebelarse contra éstos es rebelarse contra el mismo Dios.
Filosóficamente, el siglo XIII va a ser uno de los más fecundos en la medida en que el apogeo de la Escolástica se va a materializar en la aparición de distintas corrientes filosóficas que van a estar centradas en el estudio de Aristóteles. En primer lugar, frente a esta importancia medieval de Aristóteles, estaría, como consecuencia de la etapa medieval anterior, el agustinismo platónico, que se caracterizaría por negar la separación entre la Fé y la razón (Teología y Filosofía), por mantener un dualismo antropológico basado en dos substancias distintas (alma y cuerpo), por defender un predominio de la voluntad sobre el entendimiento en el campo de la Ética, por sostener un Hilemorfismo en cuanto a la explicación ontológica de la realidad y por desconfiar de la pruebas físicas de la existencia de Dios a favor del argumento ontológico de San Anselmo. El más representativo sería San Anselmo de Canterbury. Por su parte, el aristotelismo medieval sería defendido por una multitud de distintas interpretaciones.
En primer lugar, nos encontraríamos con el Aristotelismo Averroísta (cuya principal figura filosófica sería Averroes)que defendería como tesis principales la existencia de un “motor inmóvil” como principal causa del movimiento mecánico del Universo, la mortalidad y caducidad del alma (en contra de la opinión habitual mantenida por los griegos) y la defensa de una doble verdad (la de la fé y la de la razón). En segundo lugar, nos encontraríamos con el Aristotelismo Tomista (representado por Sto. Tomas de Aquino) que se caracterizaría por las siguientes tesis: la negación de la eternidad del mundo, la afirmación de la inmortalidad del alma y la negación de una doble verdad.
2) Comentario del texto:
Apartado a) Explicación de las expresiones subrayadas.
Dios, como tradicionalmente ocurría en el marco del pensamiento medieval, Sto. Tomás lo entiende como aquel ser que no necesita de nada más que de sí mismo para existir. Es decir, aquella causa incausada o “causa sui” de la que depende ontológicamente todas las “creaturas” divinas. Dios constituye en sí mismo ese orden sobrenatural que lógicamente es causa del efecto: el orden natural. Un orden natural al que accedemos por medio del conocimiento natural o racional (sin ayuda de Dios) que es concebido por nuestro autor como aquella operación del entendimiento que conoce las causas segundas que rigen los fenómenos del orden natural y cuya veracidad se basa en la evidencia de lo conocido por este medio (sin que Dios lo tenga que fundamentar o garantizar) y cuyo ejercicio virtuoso sólo se consigue por medio de la repetición.
Apartado b) Exposición de la temática del mismo.
El tema de este texto versa sobre una prueba usada por nuestro autor para justificar no sólo la existencia de Dios sino igualmente otra vía de conocimiento (al margen del conocimiento natural y racional del hombre) como la fe, a través de la cual todo aquello que queda fuera del alcance de nuestro conocimiento racional es proporcionado (y por tanto iluminado) por Dios. Por lo que consecuentemente, si tenemos ese conocimiento (la fe) también debe existir la fuente (Dios). No obstante, tenemos que resaltar la dependencia de Sto. Tomás con respecto a San Anselmo dada el enorme parecido que existe entre la estructura lógica de este texto y el argumento usado por aquel: Dios existe porque no podemos pensar otra cosa o entidad más perfecta que él (en palabras de Sto. Tomás “Únicamente poseeremos un conocimiento verdadero de Dios cuando creamos que su ser está sobre todo lo que podemos pensar de Él”.
Apartado c) Justificación desde la posición filosófica del autor.
La justificación de esta temática se encuentra en la postura filosófica mantenida por Sto. Tomás de intentar conciliar ambos modos de conocimiento (razón y fe) para el conocimiento de la verdad y la unión con Dios. Pero una conciliación que es justificada por este autor en base a dos conceptos claves muy relacionados: verdad (que nos llevaría a ver su teoría ontológica de claro corte creacionista) y la felicidad (con el que nos adentraríamos en su análisis del pecado original y sus consecuencias morales para el hombre)
Debemos adentrarnos primero en su teoría ontológica por medio de la cual nos expone su visión de la realidad con fuertes connotaciones religiosas. Este autor defendería una visión creacionista de la realidad (como no podía ser de otra manera) donde veía, por un lado, un nivel natural formado por aquellos fenómenos naturales, analizados e investigados fundamentalmente por la ciencia, y por aquellos seres inferiores que habían sido creados directamente por Dios y que dependían de él directamente para su existencia. Unos seres que serían tradicionalmente llamados seres contingentes, y entre los cuales el hombre ocuparía un lugar privilegiado al ser el único creado a imagen y semejanza de Dios.
Para Sto. Tomás, este orden llamada orden natural se regía por unas causas llamadas causas segundas que sólo podíamos conocer por medio de la razón o luz natural de la razón. Un conocimiento propio del hombre y que no dependía de Dios. Justamente por medio de esta razón se podía conocer una parte de la verdad en forma de verdades de razón o verdades naturales.
Sin embargo, la realidad no se agota en el orden natural: existe también el orden sobrenatural formado por aquella causa primera o causa sui, identificada con Dios, que es la responsable de la existencia de orden natural y que se relaciona con la sabiduría, la felicidad , la perfección y la salvación necesaria para todo hombre.
Este orden sobrenatural estaría sólo al alcance de la fe y con ella completaríamos el conocimiento de toda la verdad posible sobre la realidad por medio de las verdades de fe o verdades reveladas o verdades sagradas.
Por eso, y tras lo expuesto, la primera conclusión a la que llegamos es que tanto la razón como la fe poseen ámbitos propios de conocimiento pero que indudablemente deben colaborar entre sí.
La razón de esta mutua colaboración defendida por Sto. Tomás no estriba sólo en el ámbito de la verdad sino también, y quizás mucho más importante para el hombre, en el ámbito de la salvación del alma humana. Una salvación que debe ser buscada y que tiene su origen en el pecado original.
Para nuestro autor, la existencia del hombre parte en un estado que él llamó estado de inocencia o de justicia original y que nos explica cuál fue la situación de partida del hombre antes del pecado original. Con tal expresión el autor se refiere al momento de la existencia del hombre en el paraíso tras su creación dotado de una serie de dones dotados a él por Dios. Unos dones naturales con los que le proporcionaba las capacidades cognoscitivas necesarias para poder conocer el mundo sin necesidad de ayuda divina. Otros dones, los dones sobrenaturales con los que Dios se aseguraba darle aquellas capacidades que lo mantuvieran en contacto con él para evita así el pecado y obrar siempre de una forma recta y virtuosa. Y finalmente, otros dones llamados dones preternaturales con los que el hombre se aseguraba, en caso de perder los dones sobrenaturales, poder volver a estar en contacto con Dios y así asegurarse su salvación.
Sin embargo, tal situación idílica se truncaría como consecuencia del pecado original. Un pecado que analizado por nuestro autor provocaría en el hombre la pérdida de aquellos dones sobrenaturales que le mantenían en contacto directo con Dios y por tanto su capacidad de tender al bien de una forma constante se vería muy dañada. Eso implicaba que ahora el ser humano podía conocer sin ayuda de Dios el orden natural pero a la hora de actuar necesitaba ayuda que lo guiara por el camino correcto de la virtud y poder así salvarse. Y es aquí donde llega la fe, la iluminación divina, la gracia divina con la que Dios ilumina el camino de nuestra salvación.
Es así como finalmente Sto. Tomás de dos formas distintas pero complementarias justifica la necesidad de colaboración entre la fe y la razón.
Una razón que es entendida como el conjunto de operaciones del entendimiento (aquí se ve la influencia aristotélica) que conocen el orden natural y donde la verdad de lo conocido por ella se basa en la evidencia. Una razón que se consigue desarrollar únicamente por medio de la repetición, del hábito (nuevamente se ve la influencia de Aristóteles con su teoría del la virtud como el justo término medio). Por su parte, la fe es entendida como aquella operación del entendimiento que está guiada por Dios y donde la verdad de lo conocido por la fe reside en la fuente de dicho conocimiento: Dios. Un Dios que no nos permitiría engañarnos tomando algo como verdadero cuando es falso o viceversa. Una fe que conseguimos desarrollar virtuosamente sólo por medio de la obediencia a lo comunicado por Dios. Hablamos en ese sentido de una virtud teologal.
En este sentido, resulta comprensible las conclusiones a las que llega Sto. Tomas y que se basan en los siguientes puntos:
1.- La razón y la fe poseen ámbitos de conocimiento propios: el primero el orden natural y el segundo el orden sobrenatural.
2- Por medio de la razón obtenemos el conocimiento de las verdades de la razón y por medio de la fe conocemos las verdades de la fe o verdades sagradas o reveladas. Junto con estas verdades, Sto. Tomás afirma la existencia de dos tipos más de verdades: los preámbulos de fe (necesarios para la salvación humana y accesibles por medio de la razón o de la fe) y los artículos de fe (dogmas de fe sólo accesibles por medio de la fe)
3.- En caso de contradicción entre la fe y la razón, debemos creer en la fe, en l a medida en que nuestra razón pudiera equivocarse pero Dios no.
4.- La razón ayudará a la fe haciendo más comprensibles los dogmas de fe mientras que los dogmas de fe ayudaran a la razón como criterio extrínseco de validez de sus conocimientos.
3) Relación del tema elegido con otra posición filosofica y valoración razonada de su actualidad.
Con respecto a la temática planteada en el texto acerca de la necesaria complementariedad de la razón y la fe como dos vías de conocimiento humano para alcanzar el conocimiento de la verdad, podemos ver planteamientos semejantes cerca así como fuera de su momento histórico y filosófico. En primer lugar, advertimos un gran parecido en la postura agustiniana que se pone de manifiesto en la sentencia que afirma “creer para comprender y comprender para creer”. Una sentencia agustiniana que está íntimamente relacionada con el desarrollo de su teoría de la iluminación donde defiende la existencia de tres niveles cognoscitivos que nos acercarían al conocimiento de la Verdad que anida en nuestro interior en forma de todos aquellos arquetipos que estando en la mente divina y usados por él para la creación, son alojados por él mediante su gracia en nuestro alma para proporcionarnos el camino al padre, al origen y con ello a nuestro autoconocimiento y al conocimiento del todo, de toda la creación junto con el origen y la fuente de ella; Dios. El conocimiento se convierte en un necesario proceso de introspección en busca de la Verdad que anida en el interior del hombre.
En lo que respecta a posturas contrarias, la Edad Media comenzaría a tocar su fin con planteamientos filosóficos (junto a determinados acontecimientos históricos) que tendrían como principal representante al nominalismo de Guillermo de Occam. Contrariamente a lo defendido por Sto. Tomás con su Teología Natural, Occam afima la necesidad de limpiar la correcta imagen de Dios totalmente desdibujada por la imagen que él dio el propio Sto. Tomás al afirmar que al hombre le era posible dar argumentos racionales que probaran la existencia de Dios (sus famosas cinco vías). Para Occam Dios sólo puede ser conocido por la fe, dejando a la razón sólo para el conocimiento intuitivo de lo sensible y en ningún momento capacitada para alcanzar el conocimiento de Dios de una forma directa o indirecta. Sólo existe Dios y sus criaturas y en medio no existe nada en forma de esencias o ideas al más puro estilo platónico. En ese sentido, Occam no admitirá como posible la existencia de los preámbulos de fe.
Para finalizar, sería necesario recordar la similitud que encontramos en ciertos aspectos de la teoría tomista acerca de la razón y su naturaleza. Las verdades de la razón son creíbles a nuestro entendimiento y no susceptibles de ser juzgadas como falsas en la medida en que éstas se nos muestran evidentes. Una evidencia que posteriormente seria utilizada en los inicios de la modernidad de la mano de Descartes cuando afirmaba que toda aquella idea que se presentara evidente debía ser considerada como cierta e indudable.
La valoración de la actualidad de tales planteamientos medievales me lleva a afirmar mi coincidencia con las posturas tomistas y agustinianas en parte. En parte porque si hay una colaboración de la razón con la fe en la medida en que en base a un análisis racional y científico de la armonía y estructura del universo nos hace pensar en la necesidad de un inteligencia ordenadora o creadora del mismo. Una inteligencia que se escapa a la compresión racional humana de la misma, pero que nos abre la puerta de lo trascendente y de lo misterioso. Puerta que indudablemente tendremos que pasar con la ayuda de la fe. Y es en ese punto el que coincido con Occam al ver como única vía de acceso a Dios la fe y no la razón.
STO. TOMAS DE AQUINO
(LÍNEA ÓNTICO-EPISTEMOLÓGICA)
Texto:
“Es también necesaria la fe en estas verdades para tener un conocimiento más veraz de Dios. Únicamente poseeremos un conocimiento verdadero de Dios cuando creamos que su ser está sobre todo lo que podemos pensar de Él, ya que la sustancia divina trasciende el conocimiento natural del hombre, como más arriba se dijo. Porque el hecho de que se proponga al hombre alguna verdad divina que excede a la razón humana, le afirma en el convencimiento de que Dios está por encima de lo que se puede pensar”
Tomás de Aquino, Suma contra los gentiles, I, 5.
1) Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del texto elegido.
Este texto pertenece al filósofo medieval Sto. Tomás de Aquino nacido en el año 1225 en el Castillo de Rocaseca, cerca de Nápoles, siendo hijo del Conde de Aquino y el más pequeño de los varones entre doce hermanos, y fallecido en el año 1274 en el camino entre Nápoles y Roma, cuando se dirigía al Concilio de Lyon, en el Monasterio cisterciense de Fosanova. Y a su obra, “Suma contra los gentiles”, donde el autor, junto con otra de sus “Sumas” expone principalmente todo su pensamiento filosófico y teológico, convirtiéndose al mismo tiempo en uno de los libros de texto más importantes de la Filosofía Escolástica y compuesta por cuatro libros. Filósofo representativo y cumbre de la filosofía escolástica que durante su corta vida realizaría una de las mayores síntesis filosófico-teológicas de la historia, entregando su vida a la búsqueda de la verdad y a la unión mística con Dios. Por su parte, el siglo al cual pertenecen autor y obra, el siglo XIII se caracterizaría por el apogeo de la Escolástica y la importancia filosófica de Aristóteles en el contexto filosófico del momento. Respecto a otras obras del autor, podemos citar algunos de sus “Comentarios” como por ejemplo, los “Comentarios a la Sagrada Escritura” o los “Comentarios a Aristóteles” y por supuesto la otra gran “Suma”, la “Suma Teológica”.
Histórica y culturalmente, el siglo XIII se va a caracterizar por las constantes luchas entre el Imperio y el Papa, ganando finalmente la batalla éste último y acumulando el poder no sólo espiritual sino también material y convirtiéndose así en el mayor poder de Occidente. Por otra parte, Sto. Tomás de Aquino se movería en un ambiente donde las herejías no se toleraban, siendo castigadas con penas civiles e incluso con la muerte. Socialmente, existe la mentalidad de una estratificación social basada en la voluntad divina: por él, unos son príncipes, otros obispos y otros vasallos. Finalmente, el reparto de poderes también obedece a unos designios divinos, ya que él se lo ha dado a unos para que lo ejerzan: rebelarse contra éstos es rebelarse contra el mismo Dios.
Filosóficamente, el siglo XIII va a ser uno de los más fecundos en la medida en que el apogeo de la Escolástica se va a materializar en la aparición de distintas corrientes filosóficas que van a estar centradas en el estudio de Aristóteles. En primer lugar, frente a esta importancia medieval de Aristóteles, estaría, como consecuencia de la etapa medieval anterior, el agustinismo platónico, que se caracterizaría por negar la separación entre la Fé y la razón (Teología y Filosofía), por mantener un dualismo antropológico basado en dos substancias distintas (alma y cuerpo), por defender un predominio de la voluntad sobre el entendimiento en el campo de la Ética, por sostener un Hilemorfismo en cuanto a la explicación ontológica de la realidad y por desconfiar de la pruebas físicas de la existencia de Dios a favor del argumento ontológico de San Anselmo. El más representativo sería San Anselmo de Canterbury. Por su parte, el aristotelismo medieval sería defendido por una multitud de distintas interpretaciones.
En primer lugar, nos encontraríamos con el Aristotelismo Averroísta (cuya principal figura filosófica sería Averroes)que defendería como tesis principales la existencia de un “motor inmóvil” como principal causa del movimiento mecánico del Universo, la mortalidad y caducidad del alma (en contra de la opinión habitual mantenida por los griegos) y la defensa de una doble verdad (la de la fé y la de la razón). En segundo lugar, nos encontraríamos con el Aristotelismo Tomista (representado por Sto. Tomas de Aquino) que se caracterizaría por las siguientes tesis: la negación de la eternidad del mundo, la afirmación de la inmortalidad del alma y la negación de una doble verdad.
2) Comentario del texto:
Apartado a) Explicación de las expresiones subrayadas.
Dios, como tradicionalmente ocurría en el marco del pensamiento medieval, Sto. Tomás lo entiende como aquel ser que no necesita de nada más que de sí mismo para existir. Es decir, aquella causa incausada o “causa sui” de la que depende ontológicamente todas las “creaturas” divinas. Dios constituye en sí mismo ese orden sobrenatural que lógicamente es causa del efecto: el orden natural. Un orden natural al que accedemos por medio del conocimiento natural o racional (sin ayuda de Dios) que es concebido por nuestro autor como aquella operación del entendimiento que conoce las causas segundas que rigen los fenómenos del orden natural y cuya veracidad se basa en la evidencia de lo conocido por este medio (sin que Dios lo tenga que fundamentar o garantizar) y cuyo ejercicio virtuoso sólo se consigue por medio de la repetición.
Apartado b) Exposición de la temática del mismo.
El tema de este texto versa sobre una prueba usada por nuestro autor para justificar no sólo la existencia de Dios sino igualmente otra vía de conocimiento (al margen del conocimiento natural y racional del hombre) como la fe, a través de la cual todo aquello que queda fuera del alcance de nuestro conocimiento racional es proporcionado (y por tanto iluminado) por Dios. Por lo que consecuentemente, si tenemos ese conocimiento (la fe) también debe existir la fuente (Dios). No obstante, tenemos que resaltar la dependencia de Sto. Tomás con respecto a San Anselmo dada el enorme parecido que existe entre la estructura lógica de este texto y el argumento usado por aquel: Dios existe porque no podemos pensar otra cosa o entidad más perfecta que él (en palabras de Sto. Tomás “Únicamente poseeremos un conocimiento verdadero de Dios cuando creamos que su ser está sobre todo lo que podemos pensar de Él”.
Apartado c) Justificación desde la posición filosófica del autor.
La justificación de esta temática se encuentra en la postura filosófica mantenida por Sto. Tomás de intentar conciliar ambos modos de conocimiento (razón y fe) para el conocimiento de la verdad y la unión con Dios. Pero una conciliación que es justificada por este autor en base a dos conceptos claves muy relacionados: verdad (que nos llevaría a ver su teoría ontológica de claro corte creacionista) y la felicidad (con el que nos adentraríamos en su análisis del pecado original y sus consecuencias morales para el hombre)
Debemos adentrarnos primero en su teoría ontológica por medio de la cual nos expone su visión de la realidad con fuertes connotaciones religiosas. Este autor defendería una visión creacionista de la realidad (como no podía ser de otra manera) donde veía, por un lado, un nivel natural formado por aquellos fenómenos naturales, analizados e investigados fundamentalmente por la ciencia, y por aquellos seres inferiores que habían sido creados directamente por Dios y que dependían de él directamente para su existencia. Unos seres que serían tradicionalmente llamados seres contingentes, y entre los cuales el hombre ocuparía un lugar privilegiado al ser el único creado a imagen y semejanza de Dios.
Para Sto. Tomás, este orden llamada orden natural se regía por unas causas llamadas causas segundas que sólo podíamos conocer por medio de la razón o luz natural de la razón. Un conocimiento propio del hombre y que no dependía de Dios. Justamente por medio de esta razón se podía conocer una parte de la verdad en forma de verdades de razón o verdades naturales.
Sin embargo, la realidad no se agota en el orden natural: existe también el orden sobrenatural formado por aquella causa primera o causa sui, identificada con Dios, que es la responsable de la existencia de orden natural y que se relaciona con la sabiduría, la felicidad , la perfección y la salvación necesaria para todo hombre.
Este orden sobrenatural estaría sólo al alcance de la fe y con ella completaríamos el conocimiento de toda la verdad posible sobre la realidad por medio de las verdades de fe o verdades reveladas o verdades sagradas.
Por eso, y tras lo expuesto, la primera conclusión a la que llegamos es que tanto la razón como la fe poseen ámbitos propios de conocimiento pero que indudablemente deben colaborar entre sí.
La razón de esta mutua colaboración defendida por Sto. Tomás no estriba sólo en el ámbito de la verdad sino también, y quizás mucho más importante para el hombre, en el ámbito de la salvación del alma humana. Una salvación que debe ser buscada y que tiene su origen en el pecado original.
Para nuestro autor, la existencia del hombre parte en un estado que él llamó estado de inocencia o de justicia original y que nos explica cuál fue la situación de partida del hombre antes del pecado original. Con tal expresión el autor se refiere al momento de la existencia del hombre en el paraíso tras su creación dotado de una serie de dones dotados a él por Dios. Unos dones naturales con los que le proporcionaba las capacidades cognoscitivas necesarias para poder conocer el mundo sin necesidad de ayuda divina. Otros dones, los dones sobrenaturales con los que Dios se aseguraba darle aquellas capacidades que lo mantuvieran en contacto con él para evita así el pecado y obrar siempre de una forma recta y virtuosa. Y finalmente, otros dones llamados dones preternaturales con los que el hombre se aseguraba, en caso de perder los dones sobrenaturales, poder volver a estar en contacto con Dios y así asegurarse su salvación.
Sin embargo, tal situación idílica se truncaría como consecuencia del pecado original. Un pecado que analizado por nuestro autor provocaría en el hombre la pérdida de aquellos dones sobrenaturales que le mantenían en contacto directo con Dios y por tanto su capacidad de tender al bien de una forma constante se vería muy dañada. Eso implicaba que ahora el ser humano podía conocer sin ayuda de Dios el orden natural pero a la hora de actuar necesitaba ayuda que lo guiara por el camino correcto de la virtud y poder así salvarse. Y es aquí donde llega la fe, la iluminación divina, la gracia divina con la que Dios ilumina el camino de nuestra salvación.
Es así como finalmente Sto. Tomás de dos formas distintas pero complementarias justifica la necesidad de colaboración entre la fe y la razón.
Una razón que es entendida como el conjunto de operaciones del entendimiento (aquí se ve la influencia aristotélica) que conocen el orden natural y donde la verdad de lo conocido por ella se basa en la evidencia. Una razón que se consigue desarrollar únicamente por medio de la repetición, del hábito (nuevamente se ve la influencia de Aristóteles con su teoría del la virtud como el justo término medio). Por su parte, la fe es entendida como aquella operación del entendimiento que está guiada por Dios y donde la verdad de lo conocido por la fe reside en la fuente de dicho conocimiento: Dios. Un Dios que no nos permitiría engañarnos tomando algo como verdadero cuando es falso o viceversa. Una fe que conseguimos desarrollar virtuosamente sólo por medio de la obediencia a lo comunicado por Dios. Hablamos en ese sentido de una virtud teologal.
En este sentido, resulta comprensible las conclusiones a las que llega Sto. Tomas y que se basan en los siguientes puntos:
1.- La razón y la fe poseen ámbitos de conocimiento propios: el primero el orden natural y el segundo el orden sobrenatural.
2- Por medio de la razón obtenemos el conocimiento de las verdades de la razón y por medio de la fe conocemos las verdades de la fe o verdades sagradas o reveladas. Junto con estas verdades, Sto. Tomás afirma la existencia de dos tipos más de verdades: los preámbulos de fe (necesarios para la salvación humana y accesibles por medio de la razón o de la fe) y los artículos de fe (dogmas de fe sólo accesibles por medio de la fe)
3.- En caso de contradicción entre la fe y la razón, debemos creer en la fe, en l a medida en que nuestra razón pudiera equivocarse pero Dios no.
4.- La razón ayudará a la fe haciendo más comprensibles los dogmas de fe mientras que los dogmas de fe ayudaran a la razón como criterio extrínseco de validez de sus conocimientos.
3) Relación del tema elegido con otra posición filosofica y valoración razonada de su actualidad.
Con respecto a la temática planteada en el texto acerca de la necesaria complementariedad de la razón y la fe como dos vías de conocimiento humano para alcanzar el conocimiento de la verdad, podemos ver planteamientos semejantes cerca así como fuera de su momento histórico y filosófico. En primer lugar, advertimos un gran parecido en la postura agustiniana que se pone de manifiesto en la sentencia que afirma “creer para comprender y comprender para creer”. Una sentencia agustiniana que está íntimamente relacionada con el desarrollo de su teoría de la iluminación donde defiende la existencia de tres niveles cognoscitivos que nos acercarían al conocimiento de la Verdad que anida en nuestro interior en forma de todos aquellos arquetipos que estando en la mente divina y usados por él para la creación, son alojados por él mediante su gracia en nuestro alma para proporcionarnos el camino al padre, al origen y con ello a nuestro autoconocimiento y al conocimiento del todo, de toda la creación junto con el origen y la fuente de ella; Dios. El conocimiento se convierte en un necesario proceso de introspección en busca de la Verdad que anida en el interior del hombre.
En lo que respecta a posturas contrarias, la Edad Media comenzaría a tocar su fin con planteamientos filosóficos (junto a determinados acontecimientos históricos) que tendrían como principal representante al nominalismo de Guillermo de Occam. Contrariamente a lo defendido por Sto. Tomás con su Teología Natural, Occam afima la necesidad de limpiar la correcta imagen de Dios totalmente desdibujada por la imagen que él dio el propio Sto. Tomás al afirmar que al hombre le era posible dar argumentos racionales que probaran la existencia de Dios (sus famosas cinco vías). Para Occam Dios sólo puede ser conocido por la fe, dejando a la razón sólo para el conocimiento intuitivo de lo sensible y en ningún momento capacitada para alcanzar el conocimiento de Dios de una forma directa o indirecta. Sólo existe Dios y sus criaturas y en medio no existe nada en forma de esencias o ideas al más puro estilo platónico. En ese sentido, Occam no admitirá como posible la existencia de los preámbulos de fe.
Para finalizar, sería necesario recordar la similitud que encontramos en ciertos aspectos de la teoría tomista acerca de la razón y su naturaleza. Las verdades de la razón son creíbles a nuestro entendimiento y no susceptibles de ser juzgadas como falsas en la medida en que éstas se nos muestran evidentes. Una evidencia que posteriormente seria utilizada en los inicios de la modernidad de la mano de Descartes cuando afirmaba que toda aquella idea que se presentara evidente debía ser considerada como cierta e indudable.
La valoración de la actualidad de tales planteamientos medievales me lleva a afirmar mi coincidencia con las posturas tomistas y agustinianas en parte. En parte porque si hay una colaboración de la razón con la fe en la medida en que en base a un análisis racional y científico de la armonía y estructura del universo nos hace pensar en la necesidad de un inteligencia ordenadora o creadora del mismo. Una inteligencia que se escapa a la compresión racional humana de la misma, pero que nos abre la puerta de lo trascendente y de lo misterioso. Puerta que indudablemente tendremos que pasar con la ayuda de la fe. Y es en ese punto el que coincido con Occam al ver como única vía de acceso a Dios la fe y no la razón.
(Este modelo ha sido tomado de la web del Colegio Santo Tomás de Aquino)
No hay comentarios:
Publicar un comentario