martes, 4 de enero de 2011

Modelo de examen. Tomás de Aquino. Línea Ético-política

MODELO
STO. TOMAS DE AQUINO
(LÍNEA ÉTICO-POLÍTICA)

Texto:
La ley natural es consecuencia de la naturaleza humana. Y la naturaleza humana, aunque múltiple en sus partes, es una en cuanto al todo. Por consiguiente, o es uno solo el precepto de la ley natural, en virtud de la unidad que posee el todo de la naturaleza humana, o son muchos, por razón de la multitud de partes de la misma, y en este caso hasta las inclinaciones del apetito concupiscible habrían de pertenecer a la ley natural.

Tomás de Aquino, Suma contra gentiles, I.

1) Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del texto elegido.

Este texto pertenece al filósofo medieval Sto. Tomás de Aquino nacido en el año 1225 en el Castillo de Rocaseca, cerca de Nápoles, siendo hijo del Conde de Aquino y el más pequeño de los varones entre doce hermanos, y fallecido en el año 1274 en el camino entre Nápoles y Roma, cuando se dirigía al Concilio de Lyon, en el Monasterio cisterciense de Fosanova. Y a su obra, “Suma contra los gentiles”, donde el autor, junto con otra de sus “Sumas” expone principalmente todo su pensamiento filosófico y teológico, convirtiéndose al mismo tiempo en uno de los libros de texto más importantes de la Filosofía Escolástica y compuesta por cuatro libros. Filósofo representativo y cumbre de la filosofía escolástica que durante su corta vida realizaría una de las mayores síntesis filosófico-teológicas de la historia, entregando su vida a la búsqueda de la verdad y a la unión mística con Dios. Por su parte, el siglo al cual pertenecen autor y obra, el siglo XIII se caracterizaría por el apogeo de la Escolástica y la importancia filosófica de Aristóteles en el contexto filosófico del momento. Respecto a otras obras del autor, podemos citar algunos de sus “Comentarios” como por ejemplo, los “Comentarios a la Sagrada Escritura” o los “Comentarios a Aristóteles” y por supuesto la otra gran “Suma”, la “Suma Teológica”.


Histórica y culturalmente, el siglo XIII se va a caracterizar por las constantes luchas entre el Imperio y el Papa, ganando finalmente la batalla éste último y acumulando el poder no sólo espiritual sino también material y convirtiéndose así en el mayor poder de Occidente. Por otra parte, Sto. Tomás de Aquino se movería en un ambiente donde las herejías no se toleraban, siendo castigadas con penas civiles e incluso con la muerte. Socialmente, existe la mentalidad de una estratificación social basada en la voluntad divina: por él, unos son príncipes, otros obispos y otros vasallos. Finalmente, el reparto de poderes también obedece a unos designios divinos, ya que él se lo ha dado a unos para que lo ejerzan: rebelarse contra éstos es rebelarse contra el mismo Dios.

Filosóficamente, el siglo XIII va a ser uno de los más fecundos en la medida en que el apogeo de la Escolástica se va a materializar en la aparición de distintas corrientes filosóficas que van a estar centradas en el estudio de Aristóteles. En primer lugar, frente a esta importancia medieval de Aristóteles, estaría, como consecuencia de la etapa medieval anterior, el agustinismo platónico, que se caracterizaría por negar la separación entre la Fé y la razón (Teología y Filosofía), por mantener un dualismo antropológico basado en dos substancias distintas (alma y cuerpo), por defender un predominio de la voluntad sobre el entendimiento en el campo de la Ética, por sostener un Hilemorfismo en cuanto a la explicación ontológica de la realidad y por desconfiar de la pruebas físicas de la existencia de Dios a favor del argumento ontológico de San Anselmo. El más representativo sería San Anselmo de Canterbury. Por su parte, el aristotelismo medieval sería defendido por una multitud de distintas interpretaciones.

En primer lugar, nos encontraríamos con el Aristotelismo Averroísta (cuya principal figura filosófica sería Averroes)que defendería como tesis principales la existencia de un “motor inmóvil” como principal causa del movimiento mecánico del Universo, la mortalidad y caducidad del alma (en contra de la opinión habitual mantenida por los griegos) y la defensa de una doble verdad (la de la fé y la de la razón). En segundo lugar, nos encontraríamos con el Aristotelismo Tomista (representado por Sto. Tomas de Aquino) que se caracterizaría por las siguientes tesis: la negación de la eternidad del mundo, la afirmación de la inmortalidad del alma y la negación de una doble verdad.

2) Comentario del texto:
Apartado a) Explicación de las expresiones subrayadas.


Ambos términos e encuentran tan relacionados que la definición de uno conlleva la definición del otro. Por ley natural entendemos todos aquellos preceptos y normas que deben ser tenidos en cuenta por la Ley positiva y que hacen referencia a la propia naturaleza humana que se manifiesta individualmente en cada uno de los hombres y que hunden sus raíces en las tendencias e inclinaciones humanas que nos llevan a conservar nuestra propia existencia (como sustancia), procrear y cuidar de la prole (como animal) y buscar incesantemente la verdad, la justicia y la felicidad (como humanos).

Apartado b) Exposición de la temática del mismo.

La temática del presente texto versa sobre la unidad y universalidad de la Ley natural a pesar de que ésta encuentra su manifestación en la multiplicidad de los individuos que tienen en común dicha naturaleza humana, en la cual es también contemplada como parte de esa Ley natural todo aquello que pertenece a la multiplicidad de los individuos y que precisamente los hace distintos unos de otros: sus inclinaciones.

Apartado c) Justificación desde la posición filosófica del autor.

En íntima relación con la felicidad, durante esta época los filósofos retomarían de nuevo el tema político y ético como campos obligados de estudio donde indagar la manera práctica y efectiva de actuar del hombre con el fin de conseguir garantizarse dicha felicidad en esta vida y también en la otra, tras la muerte.

En este sentido, nuestro autor, Sto. Tomás de Aquino no se quedaría al margen de dicho debate llegando a adoptar posturas que retornarían a posturas ya clásicas como la defendida por algún que otro sofista, como por ejemplo Hippias.

El punto de partida del planteamiento del autor se centra en la defensa del concepto aristotélico de felicidad, entendida como perfeccionamiento y plenitud humana que se consigue a través del desarrollo virtuoso de aquello que nos resulta específico a nuestra especie: en el caso del hombre, el desarrollo y perfeccionamiento de nuestra capacidad racional. En este sentido, el punto de partida tomista se basaría en defender, nuevamente, el concepto finalista o teleológico y aristotélico de felicidad.

Pero, ¿cómo se puede llegar a ella?. Sto. Tomás afirmaría que necesariamente compaginando dos facetas inseparables para la vida humana: la ética y la política. En este sentido, volvemos a defender el ideal clásico de Platón o del mismo Aristóteles. El planteamiento tomista partirá, por tanto, de la afirmación de una doble Ley (incurriendo así en un parecido con los planteamientos sofistas en este campo): por una lado, una ley natural y por la otra, una ley positiva.

En primer lugar, por ley natural, Sto. Tomás de Aquino entiende aquellas normas que tengan como fin el desarrollo de la naturaleza humana y que por tanto nos permitirán conseguir la anhelada felicidad. Unas normas que deben atender a las tendencias naturales o necesidades inherentes al ser humano y de las que él mismo es consciente. Necesidades que en la medida en que sean cubiertas o tendencias que sean desarrolladas permitirán el acceso del hombre a la felicidad. En ese sentido, esta Ley natural debe permitir la conservación de la existencia del hombre (como sustancia), garantizar la procreación y el cuidado de los hijos (como animal) y finalmente la búsqueda de la verdad y la garantía de la justicia (como se racional).

Esta ley, a juicio de Sto. Tomás de Aquino, posee una serie de propiedades tales como la evidencia, la universalidad y la inmutabilidad de las mismas. Universalidad en tanto que la Ley afecta necesariamente a todo ser humano como individuo perteneciente a una especie y por tanto a una generalidad. Inmutabilidad en la medida en que no puede estar sujeta a variaciones temporales o culturales sino que estarían entroncadas en la propia naturaleza humana y en su relación con la felicidad. Finalmente, evidente porque debe ser fácilmente cognoscible para todo ser humano para que sea factible el acceso de todos a la felicidad.

Pero, una vez definida la naturaleza humana y sus tendencias y la relación que con ellas mantiene la felicidad, ¿cómo conseguirla?. La respuesta de Sto. Tomás no podría ser de otra manera: a través de la Ley positiva. Esta ley resulta ser totalmente necesaria para posibilitar la satisfacción de aquellas tendencias naturales del ser humano que le llevarían irremisiblemente a la felicidad. Una felicidad que únicamente podrá accederse en esta vida a través de una comunidad social a través de la convivencia reglada por unas normas positivas creadas y consensuadas por los hombres.

En este sentido, podríamos decir que nuestro autor volvería a planteamientos clásicos de corte platónico o aristotélico en el sentido de afirmar que el hombre es social por naturaleza. En la misma línea, nuestro autor coincidiría con Hippias al afirmas que tal ley, la ley positiva, serviría para prolongar la ley natural en tanto que sus normas hacen posible el cumplimiento de la ley natural. Consecuentemente, la ley positiva debe respetar la ley natural.


3) Relación del tema elegido con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad.

En cuanto a la temática planteada en el presente texto de Sto. Tomás de Aquino, la relación de fundamentación entre la ley natural y la propia naturaleza humana, podemos encontrar ciertas similitudes con otros planteamientos filosóficos, tales como los desarrollados en la filosofía clásica por los sofistas e incluso por el mismo Platón y Aristóteles.

En cuanto a los sofistas, en el seno de este movimiento encontramos una similitud con el planteamiento de Hippias. Éste autor defendería, al igual que Sto. Tomás, la necesidad de relacionar la Ley positiva con la Ley natural teniendo cono base la propia naturaleza humana. Hippias defendía que tal necesidad residía en el hecho de poder garantizar de este modo que tales leyes positivas y creadas artificialmente por los hombres no se convirtieran en injustas al ir en contra de aquella naturaleza humana, la cual se encontraría representada por la mismísima ley natural. En concreto, Hippias mantenía la necesidad de atemperar la ley positivas con la Ley natural.

Dentro del mismo movimiento filosófico, nos encontramos un punto de vista totalmente opuesto representado por Protágoras. Por su parte, este autor defendía la necesidad de elaborar una ley positiva totalmente al margen de la ley natural tal y como Hippias la entendía. La razón de este planteamiento opuesto residía en que para Protágoras, la ley natural lejos de ser considerada como aquellas tendencias naturales del hombre, era visto como la situación de guerra de todos contra todos, provocado por un ser humano que al margen de toda ley y castigo dejaría rienda suelta a sus más bajos y animales instintos. En este sentido, para Protágoras la ley positiva se convertiría en el freno adecuado y positivo para la ley natural.

Por último, existe una cierta similitud con los planteamientos clásicos platónico y aristotélico al defender Sto. Tomás que la felicidad sólo se alcanza a través de una necesaria vida social por medio de la cual, el hombre al desarrollar su naturaleza especifica alcanzaría dicha felicidad.
(Este modelo ha sido tomado de la web del Colegio Santo Tomás de Aquino)

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