Según Tomás de Aquino, siguiendo los pasos de Aristóteles, el conocimiento humano empieza por los sentidos. El objeto primero de nuestro conocimiento son las realidades sensibles materiales.
Frente a esta concepción podemos situar la interpretación platónica del conocimiento. En su Símil de la Línea distingue radicalmente el ámbito del auténtico conocimiento (Episteme) del ámbito de la opinión (Doxa). El conocimiento verdadero sólo está al alcance del alma cuando su instrumento, la razón, contempla las ideas iluminadas por la verdad.
En el ámbito del conocimiento distingue Platón dos niveles:
1) La Dianoia o pensamiento discursivo que es el conocimiento que se refiere a los objetos matemáticos. En éste los hombres sirviéndose de símbolos sensibles (representaciones gráficas de figuras geométricas o números) estudian las ideas que estos representan (Triángulo en sí, Diagonal en sí, etc.).
2) La Noesis. En este nivel se trabaja exclusivamente con ideas. Gracias a la ciencia dialéctica podemos ascender desde las ideas más simples hasta la idea más compleja: la idea de Bien.
El “conocimiento” que nos aportan los sentidos no es auténtico conocimiento. Platón lo denomina opinión (doxa). Los sentidos jamás podrán conducirnos al conocimiento pues por su naturaleza corporal están limitados al mundo material, solo nos pueden enseñar el mundo sensible, nunca alcanzarán el mundo inteligible. El conocimiento es para Platón conocimiento de las Ideas que sólo pueden ser alcanzadas por la razón, jamás por los sentidos.
Por otra parte, Tomás de Aquino afirma que el conocimiento humano es limitado. Precisamente por su origen sensible el conocimiento humano está incapacitado para lograr el conocimiento de las realidades inmateriales superiores. Esta limitación no sería admitida por Platón. Como hemos dicho antes, Platón pensaba que a través de la ciencia dialéctica, la razón puede lograr el conocimiento de la idea suprema. La Idea de Bien es lo último que se conoce, y con mucha dificultad, sólo unos cuantos privilegiados pueden llegar a conocerla. Pero los que conocen la Idea de Bien conocen las causas de todo, lo conocen todo.
No hay que confundir los universales de los que habla Tomás de Aquino con las ideas de Platón. Los universales manifiestan las esencias de los seres, lo que las cosas son, pero son conceptos creados por la razón mediante un proceso de abstracción realizado por el entendimiento agente y culminado por el entendimiento paciente. Por el contrario las ideas platónicas no son conceptos de la razón sino entes reales inmateriales. La auténtica realidad, la que constituye el mundo de las Ideas.
Por último, dirigiremos la comparación hacia la cuestión del conocimiento de Dios. Tomás de Aquino afirma, como ya hemos dicho, que no podemos, debido al origen sensible de nuestro conocimiento, conocer las realidades superiores inmateriales. Nuestro conocimiento de dios es analógico e imperfecto. Sólo gracias a la fe, podrá el hombre conocer íntegramente a Dios. Sin embargo, Agustín de Hipona, filósofo medieval cristiano y neoplatónico, sostiene que el objeto de nuestro conocimiento son las realidades inmateriales (ideas en Platón). Nuestro conocimiento no parte de los sentidos, sino del alma. A través de un proceso de introspección, es decir, investigando nuestra propia alma podremos encontrar en ella las verdades inmutables (sitúa Agustín en el alma lo que Platón pone en el Mundo Inteligible) y entre ellas a Dios fundamento de toda verdad. Para San Agustín Dios puede ser conocido por la razón, por el conocimiento humano, al contrario que para Santo Tomás.
Actualidad
En comparación con la platónica, la concepción del conocimiento aristotélico-tomista está mucho más próxima a la ciencia actual, en tanto que considera a los sentidos, a la experiencia como origen del conocimiento.
Pero lo más llamativo a este respecto es como la doctrina de Tomás de Aquino forma parte de una discusión educativo-filosófica de plena actualidad. En los últimos años se ha planteado en los Estados Unidos una disputa entre los defensores de la Teoría de la Evolución de Darwin y los simpatizantes de la hipótesis del Diseño Inteligente. Este enfrentamiento tiene como escenario el ámbito educativo pues en varios estados es obligatoria por ley la explicación, en los centros de enseñanza, como alternativa de la teoría científica darwiniana, del Diseño Inteligente. Esta hipótesis está estrechamente vinculada con la 5ª Vía de demostración de la existencia de Dios de Tomás de Aquino.
La Hipótesis del Diseño Inteligente se niega a admitir que la Teoría de la Evolución sea capaz de explicar a través de sus mecanismos (selección natural y micromutaciones) la complejidad de los órganos extremadamente especializados de algunos seres vivos. Consideran que esa perfección que parecen perseguir las especies en su evolución, no se puede explicar con la teoría de Darwin, sino que se requiere afirmar la existencia de un diseñador inteligente (Dios) que sea el que orienta esa evolución. La 5ª vía de Santo Tomás parte del hecho de que todas las cosas, incluso las cosas naturales que no poseen inteligencia, persiguen un fin, que es un bien, un perfeccionamiento para ellas. Esto, considera Tomás, solo puede explicarse admitiendo la existencia de un ser superior inteligente que es el que dirige a todas las cosas a su fin.
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